Ahora que llega septiembre y el verano languidece, (no aquí, que vivimos en el mismísimo infierno cada vez que pisamos la calle) la nostalgia de las vacaciones se apodera de nosotros.
Ahora que Iago ya volvió al cole recibido entre besos y abrazos por compañeros y profes, (sí, lo reconozco, hasta se me escapó una lagrimilla) y antes de que Roque empiece el suyo, es un buen momento para echar un ojo a estos tres meses que dejamos atrás.
Como os contamos en la anterior entrada del blog, este año decidimos que sería buena idea irnos de vacaciones por Asia una semanita antes de volver a España. Porque siempre decimos, no, ya haremos una escapada una vez que estemos allí, pero desde que llegas tras un año entero lejos, y sobre todo con los peques, al final pasas los días entre familia y amigos y nunca encuentras el hueco para marchar. Además, ya cada vez nos queda menos por Asia y luego nos vamos a arrepentir de no haber conocido mas de este apasionante rincón del planeta que tenemos ahora tan a mano.
Elegimos, ya os habíamos dicho, Kota Kinabalu, en concreto la isla de Gaya, en la parte de Borneo que pertenece a Malasia. Y no pudimos haber acertado mas. Un hotelito de cabañas sobre el mar en una isla desha
bitada donde pasamos unos días geniales. Los niños disfrutaron en un mar azul turquesa rodeados de pececillos y nosotros descansamos por fin de un año que había sido especialmente duro en Hong Kong. El sitio nos encantó, y quedamos especialmente sorprendidos, para bien, de la comida típica de Borneo. Diferente al resto de la comida asiática, menos picante y más sabrosa.


Pero junio se acabó, y con julio vinieron cosas mas difíciles. Dani se tuvo


Llegar a Hong Kong, ver a Dani esperándonos allí y las caras de
los niños al verlo fue una sensación increíble.
Ya estábamos aquí, la maleta llena de recuerdos, de proyectos.... y de comida jejeje. Dispuestos a afrontar otro año en el exilio.
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