miércoles, 16 de octubre de 2019

FaceTime Dad

Una de las malas cosas que suele tener el trabajo como expatriado es que normalmente implica viajar. Y si es en Hong Kong, un país que es una isla y poco mas, las posibilidades de tener que viajar y que ese viaje implique coger aviones son todavía mas elevadas.

Es cierto que mi trabajo es un poco especial, pero muchas de esas características se aplican igualmente. La competición local no incluye a China, con lo que los partidos de liga son en Hong Kong. No desplazamientos, no noches fuera, no concentraciones... pero además de esos, hacemos pretemporadas, partidos de competiciones internacionales y yo, desde hace dos años, partidos con la Selección de HK, que obviamente se juegan muchas veces en el extranjero.
Entre unas cosas y otras no hay menos de diez viajes durante la temporada, lo que implica que, una vez al mes mas o menos, me paso una semana fuera de casa.

Es duro estar lejos, pero lo es mucho mas quedarse en casa, sin ayuda familiar externa y al cuidado de las dos fieras. Colegios, extra escolares, días libres que son todavía mas complicados... Y si lo es en condiciones normales, imaginaos como puede ser ahora, con María embarazada de casi 8 meses y con una gestación que está siendo mas complicada de lo que debería.

Sería muy egoísta por mi parte decir que lo paso mal, que los echo de menos. Porque, siendo verdad, eso no me implica un trabajo extra. Lo duro de verdad es tener que hacer de padre y madre a la vez. Encargarte de una tarea que normalmente hacemos entre dos (y acabamos exhaustos el día) con el agravante de que en estos meses ya es tarea complicada cuidarse de uno mismo. Y eso es lo que hace María cada vez que me marcho, y que desgraciadamente en estos meses están siendo mas veces de las que nos gustaría.

Y no solo es duro desde el punto de vista físico, y emocional. También desde el laboral. Trabajar desde casa como lo hace mi mujer implica que lo suyo quede en último lugar. Murphy, además, se encarga a menudo de que coincidan con viajes días de vacaciones, enfermedades inoportunas (siempre lo son, pero cuando estás solo mas) y circunstancias imprevistas que hacen que sus planes se vayan al garete. Siempre los de la persona que está en casa. El sempiterno problema de la conciliación.

Siempre decimos que somos afortunados porque en el día a día podemos pasar mucho tiempo juntos, los horarios de trabajo son buenos y nos permite estar con ellos todo el tiempo que no pasan en el cole, pero a veces cuando lo decimos nos olvidamos de que, a cambio, hay muchas semanas como esta, en las que mi mujer se pasa los días multiplicándose y llegando a la noche completamente sin batería. Son pequeños para entender que tienen que ponerle las cosas mas fáciles a su madre, y además ese no es asunto suyo. A ellos nadie les pidió su opinión sobre si me voy o me quedo.


Además, y volviendo un poco al egoísmo,  hay un riesgo. Y es que tus hijos se acostumbran a que estés fuera de casa. Para ellos es normal verme en una pantalla mientras desayunan, cenan o juegan. Establecen rutinas para cuando no estoy, como dormir en nuestra cama. Comentarios, cosas sin importancia... pero cosas que al fin y al cabo van interiorizando y viendo como normal, y no me gusta.

Dentro de eso, tratamos de que ellos me sientan lo mas cerca posible. Hoy en día, afortunadamente la tecnología te permite estar muy conectado, aunque a veces la diferencia horaria hace muy complicado encontrar momentos en los que estemos todos disponibles.
Ellos desde pequeños están familiarizados con las pantallas, y con hablar a una ventanita de la misma forma que lo harán en persona. Me preguntan, me cuentan cosas de su día.. (bueno, eso cuando los cojo de buenas, porque si están haciendo algo entretenido pasan de mí completamente) pero no es lo mismo. Las mejores cosas del día pasan de manera espontánea. Una broma, un descubrimiento, una ocurrencia... y aunque luego la compartamos, es como la comida, enlatada y recalentada en el micro no sabe ni la mitad de rica.



Lo único bueno que tienen estas cosas es que no duran para siempre. Mientras termino de escribir esto, el avión empieza el descenso hacia el aeropuerto de Hong Kong. Ya estoy mas cerca de volver a casa. De recibir una montaña de besos y abrazos y de cargarnos las pilas mutuamente. De estar, de nuevo, los cinco juntos para ayudarnos y para tirarnos de los pelos. Para compartir días locos y noches de insomnio, partidas de Mario Kart y batallas de cosquillas... Para estar, en fin, la familia junta otra vez.





lunes, 23 de septiembre de 2019

Celos preventivos

La llegada de Nora Mei está, no podía ser de otra forma, muy presente en todos los miembros de la familia. Esta semana entramos en el tercer trimestre de embarazo. Y viendo los antecedentes, (tanto Iago como Roque nacieron en la semana 37) es factible que estemos a menos de 10 semanas de dar a luz, y todos nos vamos preparando. Cada uno a su manera.

La casa ya está adaptada. Sí, todavía hay mucho tiempo, pero somos así. Yo pensaba que tras dos embarazos estas cosas me las iba a tomar un poco mas a la ligera, pero que va! Ya tenemos la cuna, el cambiador, el carro, la mochila, mucha ropa... y la habitación preparada para su llegada.

Los niños, por supuesto, también están viviendo esto muy intensamente. Nosotros tratamos de involucrarlos en el embarazo todo lo posible. Tanto Roque como Iago vinieron con nosotros a varias ecografías, y es muy divertido descubrir cómo ven ellos las cosas. Le hablan a la barriga, la abrazan, sienten las patadas... a veces hasta quieren hablarle a través de mi boca porque creen que así su hermana les va a escuchar mejor. Además, los dos tienen un montón de preguntas, y no todas son fáciles de responder dada su edad.
La mas obvia y la que mas les preocupa es saber por donde va a salir Nora. ¿por el ombligo? ¿Por el culete? Roque, además, no concibe que yo no tenga pitilín, como él le llama. Porque todos los demás en casa lo tienen. Para él, la respuesta tiene relación con su otra duda. Y asegura: cuando salga Nora ya vas tener pitilín como nosotros. ¿Verdad mamá? Todo encaja.

Para Iago la cuestión es otra. Y no duda en preguntarla donde toca, con el ginecólogo delante: Mamá, ya sé que hace falta papá para poner a Nora en la barriga. ¿Pero cómo? El gine se moría de risa y me parecía que también de ganas de aplicar todo su rigor médico a la respuesta. Iago no quería dejar pasar la ocasión y yo le tuve que contar la película de la semillita bajo la mirada de cierta reprobación del doctor. Son 7 años, y no es del todo mentira. En algún momento le contaré un poco mas en detalle, pero me da que es todavía demasiado pronto. Está en el proceso de su propia exploración pero eso sería pasar demasiadas pantallas de golpe jeje.

No solo es el embarazo. También los dos tienen a Nora en la cabeza, y cada uno a su modo. Iago es una pasada. Se muere de ganas de que llegue, cuando ve un bebé pequeñito se derrite y siempre habla de su hermana y de lo que le apetece cogerla. Él, que es bruto como un arado, se vuelve todo ternura cuando se pone en el papel de hermano mayor.

Con Roque la cosa va a ser complicada. De por sí es un niño con muchos mimos de su madre. No deja que nadie mas le bese, le toque. Ni si quiera a su padre. Nosotros tratamos de que se vaya acostumbrando, pero él, que es muy listo y se lo huele, no solo no traga, sino que en los últimos meses está exagerando mas si cabe esa mami-dependencia. Todo el rato dice: mamá, cuando yo sea bebé otra vez esto, o lo otro... En fin, que va a haber lío.

El día que trajimos el carro a casa, Roque cogió una perrencha terrible por montar el capazo y no la silla para él (y hace meses que no usa carro ya) Y todos los días ahora en vez de ducharse se tiene que bañar en la bañera que ya tenemos para Nora. Casi no entra, pero no hay manera de meterlo en la ducha si no es en el dichoso baño.
Y el otro día no aparecía por ningún lado y me lo encontré haciéndose el dormido dentro de la cuna. Todo son señales, alertas que nos manda para avisarnos de que él tiene que seguir siendo el centro de atención. Y avisa de que no va a poner nada de su parte para que eso cambie.
Es algo que nos preocupa, porque es evidente que sobre todo los primeros meses hay cosas que nadie puede hacer por mi con la bebé, y inevitablemente va a repercutir en el tiempo que pueda dedicarle a los demás. Iago lo tiene claro y lo asume. Además él está feliz con su padre y muy liado entre cole, extra escolares y tardes de parque infinitas, pero lo del pequeño es otra historia.

Además, el calendario del colegio, que en condiciones normales debería ser mi aliado, este año está en mi contra. Si todo va como se espera, Nora nacerá en plenas vacaciones de Navidad, pero a eso hay que sumarle que este año en Enero se celebra el Año Nuevo Chino, con lo que (lo contamos) Iago y Roque tendrán en enero en total solo 6 días de clase. ¿No querías caldo? Pues dos tazas. Dios nos coja confesados.


jueves, 12 de septiembre de 2019

Hongkoners al fin y al cabo


Es difícil mencionar determinadas cosas en según que sitios. Y a veces pensamos que hablar de política está fuera de lugar o que no interesa. Pero hay momentos en los que los acontecimientos que te rodean son de tal magnitud, que obviarlos es frívolo y hasta cierto punto inmoral. Porque la política, que vemos desde la barrera muchas veces porque pensamos que no nos afecta tanto, nos marca aunque no lo queramos ver. Y somos afortunados los que por nuestro estatus, sexo o nacionalidad, no vemos condicionadas nuestras vidas por estas decisiones. Pero no todos tienen tanta suerte.

Estoy seguro de que a estas alturas todos habéis visto en las Noticias las imágenes de las protestas que desde hace varios meses sacuden Hong Kong. No es mi intención daros aquí un sermón político ni explicar en profundidad todo lo que aquí está pasando, pero nosotros vivimos en esta ciudad, somos parte de esta sociedad desde hace años, y como tal, lo que pasa nos afecta.

Lo primero que tengo que decir es que nosotros en el día a día no nos sentimos amenazados. Vivimos ahora lejos del centro, y las manifestaciones y los enfrentamientos (que los hay y a veces son bastante violentos) están bastante lejos de donde nosotros estamos. Pero eso no evita que estemos inquietos. 

Últimamente está habiendo confrontaciones entre la Policía y los manifestantes en el metro y los autobuses. Y ahora que empieza el colegio, es imposible no estar preocupados. Iago muchas veces hace parte del camino de vuelta a casa en metro, y nosotros también lo utilizamos a menudo. Y no tiene por qué pasar nada, pero es inevitable pensar que te puede tocar a ti o a los tuyos estar en el momento equivocado en el lugar erróneo. Hay informaciones que dicen que el ejército chino podría estar preparado para entrar en Hong Kong y hacerse cargo de la situación. Parece poco probable, pero China es una nación impredecible y que no siempre se ciñe al Derecho Internacional así que uno no puede estar del todo seguro de nada. Y asusta.

Roque todavía es pequeño y no se da cuenta de nada, pero Iago sí. Nosotros tenemos la costumbre de poner mientras desayunamos, las Noticias de la tele de España de la noche anterior (con la diferencia horaria es casi como verlas en directo) así que es algo que tiene muy presente. El otro día se pusieron los dos a jugar a los playmobil, y Iago decía: Roque, tú eres la policía y yo los manifestantes..

También el conflicto está muy presente en la educación. Hay manifestaciones y huelgas de alumnos en secundaria, y al menos en nuestro colegio, mandan circulares a casa para tratar de persuadirnos de que los alumnos dejen la política fuera de las aulas. En el colegio de Iago se enseña mandarín, que es el idioma que se habla en Mainland China, mientras que aquí en Hong Kong se habla cantonés. Aunque el Gobierno cada vez está introduciendo mas el mandarín en las escuelas. En general, la tendencia hacia la inclusión de Hong Kong en China es clara, y es lo que de verdad inquieta a la gente de Hong Kong, mas que el caso concreto de la Ley de Extradición que fue lo que inició las protestas masivas. Es una situación complicada y que tiene pocos visos de resolverse en el corto plazo. El horizonte del traspaso efectivo, en 2047, se empieza a sentir mas cerca cada vez, y eso provoca mucha incertidumbre.

Incluso el fútbol, como no podía ser de otra manera, también se ve afectado. El fin de semana pasado empezó la liga, y en todos los campos hubo protestas, pero este martes, en el partido que jugamos con la Selección de Hong Kong, todo adquirió una dimensión mucho mayor.
Antes de empezar los partidos internacionales, suenan los himnos de las selecciones. Nosotros no tenemos himno propio porque somos una SAR (Siglas en Inglés que significan Región Administrativa Especial) dentro de China, y como tal, el himno que suena es el chino. En los últimos años, al menos desde que yo formo parte de la Selección, un sector de la grada siempre ha silbado el himno. Pero esta vez fue masivo. Desde el campo no pudimos escuchar ni un acorde, solo silbidos y abucheos del yo diría el 100% de las quince mil personas que había en el estadio. Y durante el partido muchos de los cánticos eran de índole política mas que deportiva.

Estamos viviendo momentos difíciles aquí, de los que no podemos permanecer ajenos. No es nuestra tierra, pero llevamos en ella casi una década y nuestros hijos se están criando aquí. Nora Mei tendrá incluso pasaporte de Hong Kong, como yo lo tengo, y tampoco tenemos claro lo que eso pueda implicar en los próximos años si la situación sigue así.
Solo sabemos que Hong Kong es un lugar muy especial, muy importante en nuestras vidas y que mucha gente está sufriendo. Muchos están planteándose su futuro lejos de aquí, y no cabe duda de que si las cosas cambian y las libertades se restringen, este también dejará de ser un hogar para nosotros. Hay tiempo por delante y confiamos en que haya una solución diferente y apropiada para todos, pero la duda ya existe.



miércoles, 4 de septiembre de 2019

Vuelta al Cole!!

Por lo general, septiembre suele generar una sensación agridulce. Los días se van acortando, el verano termina... pero también empieza la rutina. Y eso, los padres lo sabemos bien, se agradece. La vuelta al cole, con todos los quebraderos de cabeza que conlleva, es también el momento en el que de alguna manera, puedes retomar tu vida, que durante mas de dos meses estuvo, sino secuestrada, por lo menos condicionada por los enanos en casa 24/7.

Para nosotros, esa sensación agridulce no existe. La agria, digo. Hong Kong es un lugar particularmente inhóspito durante los meses de verano. El calor es brutal, la humedad asfixiante, y los días que hay que pasar en casa por las tormentas, tifones y demás fenómenos atmosféricos no son pocos. 
Así que septiembre es particularmente bienvenido. No solo por la vuelta al cole, sino porque es el principio de la parte del año mas agradable. Sigue haciendo calor, mucho, pero la humedad baja, la lluvia casi desaparece y el otoño es la mejor época para disfrutar de todo lo que Hong Kong ofrece al aire libre, que es mucho, y que os contaremos en las siguientes entradas del blog.

Esta semana Iago empezó su segundo año en Primaria. Nunca hubiésemos pensado estar aquí a estas alturas, cuando nació en 2012, pero las cosas siguen su curso y la vida muchas veces te sorprende, y estamos encantados. 
Como ya os contamos anteriormente, nos mudamos de casa y de barrio, pero a pesar de que el colegio de Iago ahora nos queda bastante mas lejos, decidimos quedarnos en el mismo. Él está encantado, y nosotros también. El tema de los colegios aquí en Hong Kong es una locura. Algún día hablaremos mas en profundidad sobre esto. Encontrar plaza es muy complicado y elegir el colegio todavía mas. Hay entrevistas un año antes, y tienes que presentar actividades extra escolares y demostrar ciertas aptitudes para que te den la plaza. Una selección en toda regla! 

Nosotros conseguimos la plaza en uno, St Margaret, en el que no es sencillo entrar. Todas las clases, excepto chino, se dan en inglés, pero lo mas importante es que la presión a los niños no es tan alta como en la mayoría de los colegios aquí. Lo normal es tener muchos deberes, exámenes casi semanales... a niños de 6 y 7 años! Y este no tiene nada de eso. Estamos muy contentos con su estilo de educación y con los profesores, por eso no nos importa tener que estar en el coche 35 o 40 minutos cada mañana para llevarlo al cole. Es un sacrificio que merece mucho la pena.
A Roque, sin embargo, sí que lo cambiamos de colegio. Estaba en el primer año de guarde, así que el cambio no le iba a afectar mucho. Además, en cuanto vimos la guardería que le tocaba aquí en Sai Kung, supimos que iba a estar mas feliz aquí. Vamos todos los días caminando o en el scooter, tiene un montón de compañeros que hablan inglés (a pesar de que nos sorprendió ver lo mucho que entiende el chino ya) y además son los mismos que luego están en el parque... Vamos, que es todo mucho mejor. Desde el día de la entrevista a él le gustó mucho su nuevo cole, y nosotros estamos encantados con las profesoras y con como lo tratan, y eso por supuesto nos da una tranquilidad enorme.
Ahora, con ellos en el cole, también es momento de dedicarle tiempo a Nora. Ser madre de tres implica dividir el tiempo entre un millón de actividades, y muchas veces sacrificar cosas a las que en los otros embarazos ponía mas interés. Bueno, no mas interés, pero sí mas tiempo. Y ahora voy a poder. Tengo muchas ganas de disfrutar de este embarazo, que va a ser el último, y de la intimidad con mi bebé mientras está en la barriga. De preparar la casa para su llegada...

Tengo ganas, también, de volver a estar activa profesionalmente, y eso es algo francamente difícil cuando trabajas desde casa y en casa tienes a los enanos. Además en esta época Dani viaja bastante y sola sí que es misión imposible. Tengo ganas de dedicarle tiempo a mi cuerpo. Volver a yoga (en la medida que esta barriga que va creciendo me deje) y prepararme para el parto, que parece que está lejos pero ya estamos cerca del tercer trimestre! Y tengo, por último, muchísimas ganas de dejar de sudar al poner un pie en la calle. Así que, en contra de lo que muchos pensáis, yo le doy con mucha alegría la bienvenida a septiembre. A ver que tal se nos da el nuevo año. Os iremos contando.





jueves, 22 de agosto de 2019

Babymoon... a nuestra manera


Tengo que reconocer que hasta hace poco no conocía el concepto, pero tiene su aquel. Se ve que se lleva que los futuros padres, antes de dar a luz, se den el gusto de hacer un viaje, unas vacaciones para “coger fuerzas” ante lo que se avecina. Y lo llaman Babymoon.

Bueno, está claro que no es nuestro caso, porque nosotros viajamos con toda la familia, y el que más y el que menos sabe que puede ser una auténtica locura. Pero a nosotros nos encanta.

Este año yo tuve muy pocas vacaciones. Temporada muy larga, un partido especial contra el Manchester City a finales de julio... así que solo pudimos estar juntos en España diez días. Y el que viva fuera de su país sabrá que cuando vuelve de vacaciones hay mucho más de agenda marcada al milímetro que de vacaciones reales. 

Así que cuando supimos que después de ese partido tendríamos unos días libres, planeamos un viaje por Asia. Hay que aprovechar los años que estamos en Hong Kong, muy cerca de países increíbles a los que es más difícil de ir cuando necesitas cruzarte el océano para llegar.
Lo hacíamos antes de tener hijos y lo hacemos igual (bueno, parecido) con ellos. Porque les encanta, disfrutan un montón, son súper curiosos con todo y creemos que es un regalo espectacular para ellos. Les abre la mente, los educa y les genera unos recuerdos de infancia imborrables.

Está claro que viajar con niños pequeños no es lo mismo que viajar solos, y hay que tenerlo en cuenta. Sabes que se van a cansar, que van a protestar... así que hay que hacer lo posible para minimizar el estrés, pero (al menos esa es nuestra idea) sin renunciar a lo que nosotros buscamos en un viaje.
Por todo eso decidimos ir a Kuala Lumpur. Ya habíamos estado antes en Malasia, pero en la isla de Borneo, en la playa, así que esta vez buscamos algo diferente.
Haciendo uso de las Asian Miles (si os gusta viajar, haceros una de esas tarjetas de millas porque sin daros cuenta iréis ganando puntos que se convierten bastante rápido en vuelos y noches de hotel gratis) pillamos un resort en las afueras de KL. Por aquello del equilibrio. Dos peques y una embarazada hacen que te tengas que tomar la vida con más tranquilidad, y se agradeció mucho la mañana que pasamos al sol en la piscina.
Pero el resto de los días, al lío. He de reconocer que a mi no me atraía en exceso la idea de KL, y no podía estar más equivocado. Es mucho más que las Petronas. Tiene barrios fascinantes, una mezcla de culturas increíbles, mucho ambiente... pero hay más. Decidimos hacer un hora de carretera hacia el norte, hasta el santuario de elefantes Kuala Gandah. Todos pasamos un día increíble. Aprendimos, los niños les dieron de comer... y ¡hasta nos bañamos con ellos en el río! Creo que fue un día que no van a olvidar nunca. Iago es muy curioso, se pasó el día de la mano del guía (Uda, gran tipo) preguntándole cosas. Y Roque desde la mañana como loco por bañarse con ellos. Ni gota de miedo incluso cuando el agua le llegaba por los hombros y ¡tenía el elefante a dos centímetros! 
Cada día nos sorprenden con alguna cosa. Razonamientos, ideas… No hay nada mejor que vivir la vida a través de sus ojos.




Fueron pocos días, pero fue genial poder estar de vacaciones en familia. Nosotros por nuestro trabajo tenemos la suerte de pasar mucho tiempo juntos, pero aún así las prisas y las rutinas del día a día te impiden muchas veces pasar juntos ratos de calidad. Y hay que aprovechar, porque una cosa sí es cierta en el tema Babymoon: No sé si sirve para coger fuerzas pero sí para quedarte con un buen sabor de boca en cuanto a las vacaciones. Porque una vez que Nora nazca, tendrá que pasar un tiempo hasta que hagamos otro viaje. Y no quiero pensarlo mucho, pero viajar con tres niños pequeños me da a mí que va a ser un reto mucho mayor! 

Aún así, es lo que elegimos, y estamos encantados de vivirlo y estaremos encantados de seguir por aquí para contarlo.


miércoles, 17 de julio de 2019

Nora 美

Cuando nos mudamos hace un par de meses lo hicimos por varios motivos. Muchos de ellos ya os los contamos en la anterior entrada del blog. Pero hay mas. A estas alturas, casi todos los que nos conocéis o nos seguís en RRSS ya lo sabréis, pero puesto que este blog no deja de ser un diario, no podíamos dejar de decirlo aquí también. Y es que en diciembre tendremos un miembro más en la familia.

Antes de nada, y respondiendo a LA PREGUNTA que mucha gente hace y que mucha mas piensa pero no dice, es un bebé completamente buscado. No es muy común en estos días, lo sé, pero nosotros desde siempre quisimos una familia numerosa. No somos ni valientes, ni inconscientes ni locos. Lo que sí somos es muy afortunados de poder conseguirlo, porque sabemos que no siempre querer es sinónimo de poder cuando se habla de embarazos.

El caso es que aquí estoy yo, embarazada por tercera vez, y con la ilusión de la primera, o más. Porque por un lado, puedes vivir esto cien veces que siempre va a ser excitante. Sigo esperando con impaciencia la cita con el ginecólogo para verlo en la eco, sigo leyendo y mirando cómo va a estar mi bebé semana a semana, que estará desarrollando ahora mismo... y me sigo emocionando cada vez como la primera.

Pero además, este embarazo es único porque lo estoy viviendo con mis hijos. Ellos son partícipes de cada cosa, preguntan, (a veces cosas que quizás niños de 6 años todavía no deberían saber jeje) vienen cuando pueden a ver las ecografías y ver sus reacciones ante cada cosa que va pasando dentro de mí es una sensación única. Ver como se ponen los dos pegados a la barriga a hablarle al bebé con una ternura infinita me derrite. Ver a Roque, que tiene solo tres años, jugar a los doctores diciendo mamá, mira la pantalla, ahí está tu bebé es algo que no viví en los anteriores embarazos y que lo hacen mas especial si cabe que los demás.

Y que cada embarazo es un mundo. Porque de los dos anteriores, yo pensaba que lo de las nauseas y los mareos y los ascos era una leyenda. Me levantaba tan feliz y tranquila por la mañana, podía comer de todo, no tenía sueño nunca... pero esta vez fue todo diferente. Ahora, pasados los tres primeros meses (otra leyenda urbana que resultó ser cierta) estoy mucho mejor, pero he de decir que esta vez lo pasé mal. Yo soy una persona muy activa, y aunque no lo fuera, tener dos hijos peques no favorece mucho el descanso, pero tenía sueño a todas horas. Por la mañana no podía ver la comida delante. Empecé a odiar cosas que antes eran un manjar para mí, como el aguacate, al que aun a día de hoy miro con cierto recelo. Y por las noches los mareos y dolores de cabeza me dejaban destrozada. Raro era el día que llegaba a las 9: 30 de la noche despierta!

Estas cosas, y muchas conversaciones con amigas que habían pasado por situaciones similares empezaron a hacerme pensar que quizás este embarazo era tan diferente porque los anteriores habían sido niños, y este podía ser niña. Es algo que ni se me pasaba por la cabeza, la verdad. ¿Niña? ¿Yo? Si solo hago niños... No podía hacerme a la idea de otra cosa. En casa los deseos estaban un poco divididos. En realidad solo Iago quería abiertamente que fuera niña. A nosotros nos daba igual, pero pensábamos que tres niños serían una familia en sí misma, compañeros de juegos y de aventuras inseparables de por vida, y nos gustaba esa idea.
En la familia, sin embargo, el deseo era unánime y abiertamente manifestado. Abuelos, tíos.. todos sin excepción, querían que fuese una niña. No imaginaban otra cosa.

Y, bueno, al final sí. Nora Mei va a ser la primera niña de la casa!!! Nos enteramos hace poco. Me hice una prueba, el NIPT (Non Invasive Prenatal Test) para descartar anomalías genéticas con la mayor precisión posible. Sé que los riesgos eran pocos habiendo tenido ya dos hijos sanos, pero como acabo de cruzar la barrera de los 35 y a partir de esa edad las posibilidades aumentan, quería tener esa tranquilidad. El test del pliegue nucal y el análisis asociado que te hacen en el hospital me lo hice poco antes de irnos a España de vacaciones y no iba a tener los resultados antes de viajar, y necesitaba estar tranquila.
El caso es que el NIPT te dice con certeza absoluta el sexo del bebé. No voy a olvidar nunca el momento en el que me llamaron. Estábamos los cuatro juntos por la calle. Cogí el teléfono y me quedé sin palabras durante un buen rato. Ellos me miraban atónitos. Solo pude decir: Es niña! Iago se puso a dar saltos y la cara de Dani fue increíble. Creo que en el fondo él también quería que fuese niña.

La verdad es que ahora que lo sabemos, y que pasaron unos días para digerirlo, estamos emocionados y encantados de que sea una niña. Es el complemento perfecto. Dani reza, eso sí, para que tenga el pelo de Iago y no se pueda hacer mucho por peinarla, porque solo pensar en hacer trenzas y coletas use pone nervioso, pero todos estamos felices. Y bueno, de los abuelos y demás familia ya ni hablamos. Decidimos decírselo por sorpresa cuando llegamos a España, (Sí, fuimos capaces de guardar el secreto, incluso los niños, durante casi una semana) y la reacción fue increíble.

Se va a llamar, se llama ya, Nora Mei. Nora es un nombre que nos gusta desde siempre. Y como Dani tiene pasaporte de Hong Kong (algo que no pasaba en los anteriores embarazos) Nora va a tener la doble nacionalidad. Para el pasaporte de Hong Kong necesita tener también un nombre chino, así que decidimos ponerle Mei, que significa bonita, o hermosa. Iago nos enseñó a hacer el carácter chino: 
(美)
No es especialmente difícil, lo que ayuda a la hora de cubrir documentos que todavía no sabemos ni que existen, y nos hace ilusión que tenga un nombre chino. Porque es innegable que esta etapa que estamos viviendo aquí, y que ya es de casi una década, va a marcar nuestras vidas y sus vidas para siempre. Y qué mejor que llevarlo en su nombre, como huella imborrable de un pasado que marcó su futuro, nuestro futuro.


























lunes, 17 de junio de 2019

Nos mudamos!!

Después de estar otra vez un poco apartados del blog, hemos decidido retomarlo. Y esta vez con el firme compromiso de ser mas constantes, de manteneros informados de nuestras novedades (hay muchas) y de haceros partícipes de nuestro día a día en esta ciudad después de casi, quien nos lo iba a decir cuando llegamos, una década aquí.

En nuestra búsqueda por tener un día a día mas acorde a lo que nosotros creemos que debe ser nuestra vida, hemos decidido mudarnos. Llevábamos tiempo dándole vueltas, porque a pesar de vivir en una zona privilegiada de la ciudad, a tiro de piedra casi de cualquier sitio, la casa se nos iba quedando pequeña. Y este mes decidimos dar el paso.

Después de seis años viviendo en un apartahotel, sintiendo que nunca dejas de estar de paso, decidimos mudarnos. Y no solo nos mudamos de casa, sino de barrio, de ciudad y hasta casi se puede decir que de vida. Porque eso es lo que supone marcharse a Sai Kung. Un giro drástico en nuestra forma de vivir. Con el que estamos encantados.

Sai Kung es un pueblo de pescadores, en una esquina de un Parque Natural increíble y con montones de cosas que hacer al aire libre. Hay una amplia colonia de expatriados que, como nosotros, tratan de encontrar un estilo de vida que se parezca mas al de sus países de origen, y que en la selva de asfalto y cristal que es Hong Kong es muy complicado de lograr. Y a nosotros nos encaja como anillo al dedo.

Ahora que los niños son un poco mas mayores (Iago hace en agosto 7 y Roque en septiembre 4) creemos que es fundamental que jueguen, se relacionen y pasen menos tiempo en casa y mas en la
calle. Y para eso Sai Kung es un paraíso. Nosotros vivimos en una plaza rodeada de terrazas y con un parque donde 10 horas al día hay niños jugando. Al fútbol, al baloncesto, con los monopatines, con juguetes... Sí, ya sé que estoy describiendo la vida normal de casi todos los niños que conocéis, pero creedme, esto en Hong Kong no es tan fácil de encontrar. A ellos les cambió la vida desde el primer día. Tardes de rodillas sucias, de bocata en el parque, de aventuras y relaciones que deben ser parte de la infancia de cualquier niño.

Y si nos cambió la vida de puertas para afuera, también, incluso mas, lo hizo de puertas para adentro. Lo de la casa fue un amor a primera vista. Es perfecta, al menos para lo que nosotros queremos. Techos altos, paredes blancas... y espacio. Espacio para por fin, después de muchos años poder decorar una casa a nuestro gusto. Espacio para que los niños jueguen sin chocarse y sin chocar con nosotros... y una terraza! Una terraza con la que aprovechar el buen clima que hay la mayor parte del año en Hong Kong. Cenas a la luz de la luna, barbacoas, una pequeña piscina para remojarse cuando el sol aprieta que es casi siempre.. en definitiva una casa en la que sentirte cómodo y feliz.

Porque esa es la palabra que más sale de nuestras bocas últimamente. Felicidad. Nuestros días al margen de trabajos y coles son una sucesión de playas,(tenemos muchas a tiro de piedra o mejor dicho a paseo en sampán a las islitas cercanas) parque y piscina. Una peligrosa sensación de
vacaciones continuas que no quieres que termine. Pero bueno, en realidad es que estamos ya casi
de vacaciones. Roque ya acabó, a Iago y a Dani les queda una semana y yo este mes me lo estoy tomando un poco mas de relax ¡Además somos nuevos en el barrio y nos lo merecemos! Digo yo.









































Vuelta al cole

Todo pasa y todo llega. Nunca esta frase tuvo tanto sentido como ahora. En España estáis todos ya en la última fase d...