domingo, 28 de junio de 2020

Vuelta al cole








Todo pasa y todo llega. Nunca esta frase tuvo tanto sentido como ahora. En España estáis todos ya en la última fase de la desescalada, en una normalidad a la que llaman nueva pero que no sabemos si va a ser normal, y desde luego todavía lejos de lo que teníamos antes. Pero vemos la luz en un túnel en el que tan solo hace unas semanas reinaba la mas absoluta oscuridad.

Aquí en Hong Kong hace tiempo que salimos de ese túnel. Hay baches, es cierto, en forma de rebrotes puntuales que son llamadas de atención para no bajar la guardia,  y si bien no podemos decir que hayamos recuperado nuestra vida de antes, (todos llevamos mascarillas, el gel se ha convertido en nuestro inseparable compañero y hay cosas que todavía no podemos hacer) estamos camino de volver a la bendita rutina. El colegio es otro pasito mas hacia esa rutina. Y creo que todos los que somos padres sabemos que uno muy grande.

Iago empezó el colegio la semana pasada. Después de seis meses en casa (seis, sí, habéis leído bien) de tele estudiar, de hacer deberes con nosotros de profesores, de usar y re usar todos los juguetes y juegos de la casa, por fin llegó el día. La última vez que fue al cole fue antes de las vacaciones de Navidad. Decidimos cambiar de escuela para que fuese a uno mas cerca de donde vivimos y ahorrarle horas y horas de coches, buses y metros, y la idea era que empezase las clases en el segundo trimestre, al volver de las vacaciones de año nuevo chino, pero el Coronavirus se metió en el camino, y hasta ahora.

A la incertidumbre normal por el hecho de cambiar de colegio (nuevos compañeros, nuevos profes, nuevo entorno...) le había que sumar el asunto del virus y de los protocolos que había que seguir, así que os imaginareis nuestra preocupación. En realidad Iago es un niño muy sociable y además el cole está a cinco minutos de casa andando, y a muchos de los niños que van los conoce de jugar en el parque o de ir a actividades juntos, pero aun así la inquietud era inevitable. Todo era nuevo. Nuevo uniforme, libros, y  meses sin seguir horarios y normas. Una vuelta al cole en toda regla, y a lo grande.

La primera medida del colegio fue cambiar los horarios. Normalmente empiezan a las 8 y acaban a las 2:30, con dos recreos y pausa para comer. Por el tema del virus se cancelaron los comedores y los niños salen a las 12:45 para ir a comer a casa. No hay actividades extra escolares y las clases son las mismas pero cada lección dura menos. Una buena forma de irse adaptando poco a poco.

También, por supuesto, se tomaron medidas sanitarias, que ya empiezan en casa. Antes de salir hay que tomarles la temperatura y apuntarla en una tabla que llevan y traen todos los días. Al llegar al colegio, por supuesto con mascarilla que no se pueden quitar en todo el día, se la vuelven a tomar, les desinfectan las manos con geles hidro alcohólicos y las suelas de los zapatos con un spray, y los mandan para clase. Para recogerlos también los padres tenemos que pasar esos controles, pero estamos acostumbrados. Aquí para entrar en cualquier sitio lo primero que tienes que hacer es poner la frente para que te midan la temperatura. Es algo que creo que va a formar parte de nuestro día a día por mucho tiempo.

Llevamos ya unos días y la verdad es que Iago está muy contento. Tenía muchas ganas, y lo vemos muy feliz cada día al salir, y eso es una tranquilidad enorme para nosotros, porque somos conscientes de que el cambio es brusco.

El que no está tan contento es Roque. Él va a tener que esperar todavía dos meses porque las guarderías no abren hasta el curso que viene, y él ahora pierde a su compañero de juegos de todas las mañanas, y lo nota. Con el hermano en el cole y Nora en casa, los celos se multiplican. A él le encanta ir a la guardería, y le resulta muy difícil de entender por qué su hermano mayor puede y él no.  Si hay virus lo hay para todo el mundo y Roque, como todos, empieza a estar muy harto de no poder hacer su vida. Se lo notamos muchísimo en su comportamiento, en su actitud con todo y hasta en su carácter. Creo que es algo que a todos los niños les va a marcar para toda la vida.

Y eso que ellos son unos afortunados, porque nuestro confinamiento fue mucho menor que el de la mayoría de los países, porque pudimos hacer muchas cosas al aire libre y sobre todo porque ellos siempre se tuvieron el uno al otro. Ahora mas que nunca me doy cuenta de lo duro que tuvo que ser esto para los niños que son hijos únicos y que tuvieron que pasar todos estos meses confinados sin poder jugar con nadie de su edad. Mas que nunca nos alegramos de haberle dados hermanos con los que compartir todo lo bueno y lo malo que la vida les va poniendo delante. Ojalá que toda la vida sigan contando los unos con los otros como ahora. Es el regalo del que mas orgullosos nos sentiremos.




lunes, 25 de mayo de 2020

Otro Hong Kong es posible


Ahora que poco a poco todos vamos saliendo del confinamiento y podemos pensar en algo mas que el virus, pasito a pasito tratamos de volver a nuestra realidad. Verano, amigos, vacaciones... Pero de momento, viajar parece una utopía. Por eso queremos hacer una entrada un poco diferente esta vez.

Cierra los ojos y piensa en Hong Kong. ¿Qué se te viene a la cabeza? Posiblemente gente y mas gente. Casas diminutas, poco espacio...
Vas bien. ¿Qué mas? Rascacielos. Cemento, cristal. Ciudad. Su skyline es mundialmente famoso, y es la ciudad con el mayor número de rascacielos del mundo. Todo cierto, pero... ¿y si te digo que todo eso es solo un 20% de Hong Kong? Es solo la punta del iceberg, un iceberg majestuoso, lleno de espacios verdes y parques naturales. Con cientos de km de senderos, bosques y playas.

Nosotros llevamos ya una década aquí. Y pasamos por todas las fases. Desde los primeros meses sin niños en los que nos dedicamos a conocer el país a lomos de una Vespa, a los años vividos en el medio de la ciudad, recorriendo cada callejón, disfrutando del ocio y del agobio de una de las ciudades mas vibrantes del mundo.

Y ahora buscamos otra cosa. Cambiamos vespa por monovolumen, libros por manguitos... pero hay algo que sigue igual:  Somos gente de playa, de aire libre. A beach day always is a good day. No sé quien lo dijo, pero a nosotros nos va como anillo al dedo. Y ahora que el distanciamiento social invita mas a optar por el ocio al aire libre que ir a lugares concurridos, vamos a la playa siempre que podemos. Y estamos descubriendo sitios muy chulos.

 Si algún día, cuando todo esto pase, alguno decide venir a Hong Kong, podéis echar un ojo a esta selección de las playas que, según nosotros, mas merecen la pena. Hay muchas mas, por supuesto. Algunas mas conocidas, y a las que la gente va en masa. Repulse Bay, Shek O... son playas que siempre salen en la foto pero que a nosotros no nos van. Nunca entendí que ve de agradable la gente que va a la playa a las seis de la mañana a poner su sombrilla y a pelearse por vente centímetros de arena cuando en la playa lo que de verdad se valora es la tranquilidad. Por lo menos nosotros y ahora, de forma obligada por el Covid 19, creo que todos.

CLEARWATER BAY BEACH. Es nuestro centro de operaciones, posiblemente la playa a la que mas hayamos ido y en la que mas a gusto nos encontramos. Está lo suficientemente apartada de la ciudad como para no llenarse hasta la bandera, pero tiene un acceso cómodo dentro de lo que cabe (se puede llevar el coche hasta casi la playa y "solo" hay que bajar, y después subir, claro, doscientas escaleras)
A cambio te encuentras una playa muy chula, con bastante arena y espacio para los enanos, que no cubre mucho (fundamental con dos terroristas como los nuestros) y con un mar que hace honor a su nombre. Y las vistas. Si miras hacia el mar te encuentras una bahía preciosa, salpicada de yates atracados y peñones cubiertos de vegetación. Pero es que si miras hacia el otro lado te encuentras con una pared de árboles y plantas que te hacen sentir como Di Caprio en The Beach. No es Tailandia, pero casi, y está a menos de media hora en coche.
 

TRIO BEACH. Es un descubrimiento reciente, y muchas veces nos preguntamos como tardamos tanto en conocerla. Pero fuera del ámbito de Sai Kung, nuestra zona, no es muy popular. Es posible que sea porque para llegar a ella solo puedes hacerlo tras haber hecho casi una horita de caminata (muy chula, pero con niños, bártulos y a 35 grados parece que no apetece) o a bordo de un Kai To o sampán (típico barquito hongkonés) que se coge en el Pak Sha Pier. Es una playa chiquitita y con un ambiente bastante familiar. Prácticamente el 100% de la gente que va a Trio Beach es de la zona, así que es la típica playa en la que te sueles encontrar a tus vecinos. Queda cerca de casa y el trayecto en Ferry es corto, así que es una buena elección cuando decidimos ir a la playa en el último momento. El agua (de un color turquesa que por aquí no abunda) y la arena suave hacen que sientas que estás en una cala de alguna isla tropical y puedas llegar a casa a tiempo para comer.




HAP MUN BAY.  Hong Kong está compuesto por mas de 250 islas, y la mayoría se encuentran en el Parque Natural de Sai Kung. La mayoría son peñones e islotes, pero las hay hasta que albergan un campo de golf. En concreto, el campo de golf público mas grande de todo Hong Kong, al que solo se puede acceder en los barcos propios del recinto. Y por supuesto, hay playas. Muchas están descuidadas, o no tienen a penas arena. Son poco mas que refugios para los amantes del kayak y otros deportes acuáticos, pero hay una que merece especialmente la pena. Hap Mun Bay.
Aunque sólo se puede ir en Ferry o lancha rápida y no está cerca de la costa, es el destino elegido por la mayoría de la gente que viene a Sai Kung buscando playa, por lo que no es recomendable ir de viernes a domingo, pero durante la semana, hay pocos planes mejores que pasar la tarde allí. Su orientación hace que tenga sol hasta el atardecer, y el último Ferry, que se coge a las 6 30, te lleva de vuelta al puerto disfrutando de una puesta de sol impresionante.



TAI LONG WAN. En realidad son varias playas: Sai Wan, Tai Long Wan, Long Ke Wan... y es lo mas parecido al paraíso que se puede ver en Hong Kong. Mires hacia donde mires no ves nada mas que mar azul, arena blanca y montañas verdes. El edificio mas cercano está a decenas de km, y para llegar allí te tienes que haber metido una paliza importante caminando, pagar un buen dinero para que un speed boat te lleve desde Sai Kung, y hay un buen trecho porque hay que salir a mar abierto y rodear las montañas para llegar. Pero sin duda merece la pena.
A pesar de estar lejos, mucha gente cada día  recorre, mochila a cuestas, los distintos senderos del parque natural que llevan a las playas, o a las cataratas naturales que hay en las montañas que las separan. Muchos, y es algo que nosotros tenemos pendientes y que seguro haremos este año cuando Nora sea un poco menos peque, pasan la noche en una tienda de campaña en la arena o en uno de las varias zonas que existen para acampar. En una ciudad donde la contaminación lumínica es brutal, un sitio en el que de noche no se ve ni una luz es un tesoro. Nuestros hijos hasta que llegamos Sai Kung pensaban que en HK no había estrellas, y allí se ven todas y mas.


BIG WAVE BEACH. De todas las playas que elegimos, esta es la única que está en la isla de Hong Kong. Así que si tu alojamiento está en la isla y te apetece sol y mar, nosotros recomendamos Big Wave Beach. Su nombre es un poco exagerado. Sí, tiene olas, pero son ideales para los peques. Iago y Roque pueden pasar horas en el agua buceando y saltándolas, y para los padres es un sitio tranquilo porque rompen muy cerquita de la orilla donde no cubren. Algún susto y algún revolcón llevaron, pero quién no? Es hasta bueno para ellos. El único riesgo son los surfistas. Mucha gente va allí a aprender a hacer surf, y a veces se hace complicado coexistir. Pero vale la pena.





Esta es nuestra pequeña selección de lugares en los que descansar del asfalto, el hormigón y los centros comerciales de marcas de lujo que son el santo y seña de esta ciudad. Rincones que están muy cerca pero a la vez muy lejos de la imagen que se tiene, que nosotros teníamos también, de Hong Kong. Un lugar maravilloso que merece la pena visitar y en el que tenemos el lujo de llevar viviendo una década. Ojalá podáis venir pronto a conocerlo.


























jueves, 23 de abril de 2020

La primera vez

 
Cuando tienes niños siempre se tiene presente la primera vez que hacen cada cosa. Si eres padre primerizo eso se lleva hasta el extremo, porque además de ser su primera vez es la tuya también. Pero no nos engañemos, nosotros vamos por el tercero y la cosa no mejora.

En estos tiempos de inmortalizar todo y de que las redes sociales te recuerden lo que has hecho en cada momento de los últimos diez años, no hay un día que pase sin que revivas experiencias y situaciones pasadas. Desde la primera vez que tu hijo mayor se puso a gatear hasta el día en el que el pequeño se sacó su primer moco de la nariz. ¿Excesivo? Puede, pero es que somos la primera generación de padres en RRSS. Seguro que esta tara la tenían también las generaciones pasadas de uno u otro modo.

Pero además, ahora vivimos tiempos insólitos. Pasamos por cosas que nunca nadie pasó, y es nuestra primera vez para casi todo. Vivimos confinados, y eso supone una realidad a la que no nos habíamos enfrentado nunca. Convivimos con nuestras parejas e hijos 24 horas al día, sin tiempo para nosotros, sin nuestros hobbies y sin nuestras válvulas de escape. En nuestro caso no es una situación muy diferente, porque nuestros horarios siempre nos permitieron pasar mucho tiempo juntos, pero seguramente para muchos es una experiencia inédita.

Y también lo es lo que viene ahora. Ya os contamos que empezamos a salir. Con cautela pero con libertad. Y al principio te llega porque vienes de la nada. Como a los niños les va a llegar un par de días la hora que le dejan salir con el patinete en España. Pero pronto sabrá a poco, y va a ser peor el remedio que la enfermedad.



La situación en Hong Kong invita al optimismo. Varios días sin casos nuevos y menos de diez en la última semana, que es lo que hay aquí, es un escenario que todavía vemos muy lejos en España. No hay colegios, el tiempo aquí acompaña, así que... ¿por qué no?

En la última semana tratamos de recuperar un poco nuestra vida. Salidas al aire libre, paseos mas largos, visitas a Ikea... incluso nos animamos a ir a la playa. Los niños, en su primera vez desde el Coronavirus, nos dieron una vez mas una lección. !Increíble verlos con las mascarillas haciendo castillos de arena e incluso jugando al fútbol en la playa! No es una situación ideal, pero es algo a lo que nos vamos a tener que ir acostumbrando porque nos va a cambiar la vida para siempre, y desde luego nosotros no vamos a renunciar a hacer lo que nos gusta solo porque resulte algo mas incómodo. Peor es no poder salir de casa y creo que eso es algo que ya aprendimos todos.



De momento no se puede jugar con otros niños, (aunque es difícil ponerle puertas al campo) no se puede hacer según que cosas, y no es fácil. Pero estos días, con incomodidades incluidas, sentimos que de alguna manera el mundo volvía a ser un poco como antes. Comimos helados, saltamos las olas y volvimos a tener esa sensación maravillosa de sentir la arena entre los dedos. Y Nora visitó la playa. Y tocó la arena. Y se mojó los pies. Y lo inmortalizamos, por supuesto. A pesar de ser tiempos extraños, no dejaba de ser su primera vez.





jueves, 16 de abril de 2020

Papás en Hong Kong: Sam is gay

Papás en Hong Kong: Sam is gay: Cuando vives confinado durante mucho tiempo, la ventana siempre es una escapatoria. Aunque fugaz, es un antídoto contra el aburrimiento, y t...

Sam is gay

Cuando vives confinado durante mucho tiempo, la ventana siempre es una escapatoria. Aunque fugaz, es un antídoto contra el aburrimiento, y tanto Roque como Iago la utilizan a menudo. Roque no hay un día que no lo sorprendamos mirando al parque de debajo de casa y diciendo: Maldito virus, vete ya que quiero jugar! Es increíble que siendo tan pequeño entienda tan bien la relación causa efecto de algo tan difícil de ver y explicar cómo  esto del Covid. Iago también se queda muchas veces con la mirada perdida y su mente viaja a los partidos interminables de fútbol jugados en la plaza. Recuerdos de amigos, entradas, goles y paradas que quedaron en suspenso por el virus ese del que todo el mundo habla.



A su lado yo dirijo la mirada, curioso, a una pintada que no estaba allí antes de todo esto. "Sam is gay", dice. Bien por él. En nada Iago, que ya lo lee todo, nos preguntará qué significa y tendremos que empezar a hablar sobre cosas un poco mas profundas que la evolución de Charmander, el último video de Ethan en Roblox o cómo Dog man se convirtió en Súper Héroe. No me tarda.



De momento lo que sí podemos es dejar de mirar por la ventana y salir a la calle. Con protección, con cuidado, pero con libertad. Y es mas difícil de lo esperado. Los primeros días después de terminar la cuarentena parecía como si nosotros mismos nos resistiésemos a dar el paso. No se estaba tan mal en casa, y el miedo al contagio no se va así como así. Estoy convencido de que esto va a cambiar nuestra forma de ser para siempre. Adquieres habilidades que no tenías, como abrir puertas con los codos o ajustar tu ruta en tiempo real para tratar de no estar cerca del resto de personas. Hasta les miras mal si por lo que sea se acercan demasiado a tu espacio vital. Te molestan. Es como si de repente fuésemos conscientes de toda la gente con la que nos cruzamos en el día a día y que antes ni nos dábamos cuenta de que existían, y en todos vemos posibilidades de contagio. Y que lleven la mascarilla puesta, porque sino la mirada que les das es de esas que taladran paredes. La ofensa es casi imperdonable.

Ese es la realidad en la que vivimos aquí en Hong Kong. Un mundo nuevo en el que para entrar a una cafetería te ponen el termómetro, te prohiben la entrada si no llevas la mascarilla puesta y te dan gel para que te frotes bien las manos antes de salir. Algo impensable hace un par de meses y que ahora amenaza con quedarse para siempre.

Hay que adaptarse y Asia en eso siempre va un paso por delante. Cuando nosotros todavía seguimos pensando que llevar mascarilla es algo extraño y hasta de "flojos", en Corea o Hong Kong ya están instaladas como un accesorio mas de moda. Las estrellas de cine y música las llevan, las promocionan y las patrocinan, y videos de youtubers surcoreanos haciendo tutoriales de cómo maquillarse con ellas puestas tienen miles de visualizaciones. Aquí en Hong Kong incluso hay (ya la había antes de que el Coronavirus entrase en nuestras vidas) una tienda de mascarillas en uno de los centros comerciales mas lujosos de la ciudad. Son fashion!

Nosotros ya estamos adaptados. No salimos a la calle sin llevarlas, y los niños tampoco conciben ver a gente sin ellas. Incluso Roque cuando ve a alguien que no la lleva nos exige una explicación. Ahora que salimos un poco mas, lo tenemos incorporado a la rutina. Mascarillas y alcohol antes de salir de casa. Incluso si vamos con las bicis o con los scooters lo hacen sin protestar. Hasta Nora lleva su protector anti virus cuando va en su mochila. Ella no puede llevar mascarilla así que esto es una muy buena forma de llevarla protegida.

Y hemos descubierto un accesorio que aquí ya causa furor. El gorro con pantalla. Los que nos seguís en redes sociales ya lo habréis visto. De hecho muchos ya nos pedisteis alguno y esperamos que antes de que acabe esta semana ya vayan de camino. Porque ahí también se van a poner de moda. Es otro invento coreano, que como ya os dijimos, es un país que va siempre por delante en todo. Y de coronavirus desgraciadamente también saben un poco.

Hong Kong, con sus mascarillas y su distanciamiento social está haciendo las cosas bien. En la última semana los nuevos casos han bajado de diez al día, y aunque la normalidad total todavía no está cerca, cada vez nos vemos con mas fuerzas y seguridad para ir haciendo planes fuera de casa, que como todos sabéis, hace mucha falta. Lo que no cambia, desgraciadamente, es la gente que sigue teniendo tiempo para preocuparse por la inclinación sexual del bueno de Sam. A esos sí que habría que confinarlos de manera indefinida.















lunes, 6 de abril de 2020

Staycation

 
Dice Google que Staycation es un periodo vacacional en el que una persona o familia se queda en casa y realiza actividades de ocio. Todos nos estamos enfrentando a una misma situación, así que vamos a intentar verlo desde un punto de vista diferente. Ninguno de nosotros elegiría su casa como lugar de vacaciones, pero este es el momento de demostrar que no se está tan mal en casa.

Por supuesto, hay casos y casos, y cada uno tiene sus problemas y sus dificultades. Algunos tienen que lidiar con la soledad, con la incomunicación o con la claustrofobia. El nuestro no es tampoco el caso idílico; se trata de estar en un piso con dos niños pequeños y un bebé lactante. Creo que hay poco mas que añadir.

Nosotros no tenemos la obligación de estar en cuarentena, pero por responsabilidad y compromiso con nuestro entorno, decidimos que al menos los catorce días siguientes a su llegada a Hong Kong los pasaríamos en casa. Como ya os había contado, mi club me recomendó estar una semana apartado, y me mandaron hacer el test (el resultado fue negativo) antes de poder volver a los entrenamientos. El fútbol es un deporte de contacto y el contagio es muy fácil, así que no me pareció mal. Cualquier precaución es poca. Además la idea de pasar con ellos dos semanas, echar una mano durante el jet lag y recuperar el tiempo perdido en estos dos últimos meses me parecía un plan perfecto.

Plan perfecto. Sí. Pero dos semanas cinco personas en un piso de menos de 70 metros cuadrados. Un plan perfecto es una semana en las Maldivas. No nos engañemos, esto es un suicidio. Todos tenemos muchos planes, muy buenas intenciones y las cosas muy claras. Pisos de Instagram y niños de revista que no se acercan a la realidad de la mayoría de personas en el mundo real. A la nuestra tampoco.

Aún así, vamos a compartir con vosotros lo que han sido estas dos últimas semanas en las que solo yo he salido de vez en cuando, a comprar comida y poco mas. Todos y cada uno de los que nos leéis, y sabemos que sois muchos y desde distintas partes del mundo (GRACIAS) estáis pasando por lo mismo. No pretendemos dar lecciones sino aportar opciones, y ojalá vosotros nos deis ideas para seguir haciendo los días atractivos, porque da la sensación de que a todos nos quedan muchas semanas con los peques en casa y cualquier ayuda es poca.

Lo que tuvimos claro desde el primer día fue que teníamos que organizarnos, planear los días de manera que los niños supieran mas o menos, aunque no fuese de una manera rígida, lo que iba a pasar. Y ayuda. Este es mas o menos nuestro día a día:

No hay que poner despertador, porque desgraciadamente dormir no está entre sus aficiones. Haya colegio o no, festivos o fines de semana, nunca les dan las 8 de la mañana en la cama. Nora tiene su propio horario nocturno pero le gusta dormir por la mañana, así que normalmente los chicos desayunamos primero mientras a ellas recuperan un poco el sueño.

Después normalmente es el tiempo de hacer ejercicio. A ellos les encanta hacer yoga  y lo hacemos con videos que hay en Youtube kids. Es una forma estupenda de iniciarlos en el mundo del yoga de una forma entretenida. Roque es peque aun, pero Iago se mete completamente en el papel y le ayuda mucho a relajarse y concentrarse. Mientras, nosotros hacemos nuestro propio programa. Es muy necesario siempre, pero especialmente en estos momentos hacer ejercicio, liberar adrenalina y sentirte bien contigo mismo. Ademas, tarde o temprano, a nuestros músculos les pediremos ayuda para algo mas que ir de la cama al sofá, y hay que prepararlos.

Si hace bueno, subimos a la terraza. A veces, las mas, para jugar. Fútbol, bádminton, la pilla, ping pong... Otras, simplemente para tomar el café al sol y sentirte libre. Es nuestra tabla de salvación. No quiero ni imaginar como estáis muchos de vosotros, con niños en pisos sin espacios al aire libre. Ellos son los que menos entienden todo esto y los que mas necesitan el aire. Jugar, saltar, correr... todo eso que es tan normal y que ahora vemos como una quimera. En ese sentido, a nosotros nos están dando una lección Iago y Roque, porque acatan todo bastante bien. Como si todo lo que tuvieron que pasar en el viaje para venir aquí les hubiese preparado para lo que venía. Como si, después del miedo y la incertidumbre de aquellos días, diesen por bueno esto con tal de estar todos juntos.

También hay tiempo para el colegio por las mañanas. Tras un par de días en los que hubo conflicto con el tema deberes, a los que se les asocia una connotación negativa, decidimos que este tiempo no era el de deberes sino el del cole. De momento no les ponemos los uniformes, pero todo se andará jaja. Aquí los colegios tienen cierta estructura para el e-learning, y casi desde el primer día recibimos contenidos, clases en zoom, Google Classroom, Youtube y otras plataformas que ni sabíamos que existían. El colegio de Roque nos manda horarios de clases y deberes todos los domingos, y yo creo que si los hiciésemos todos cada día sería prácticamente un trabajo a jornada completa!

Iago también tiene mucho contenido en la aplicación de su colegio, pero él es un poco mas autónomo y casi todo lo puede hacer en su iPad. Aun así, no es fácil. Son niños de edades muy diferentes y por lo tanto el tiempo y la intensidad de las tareas no son las mismas. Con Nora siguiendo su propio horario y demandas, el tiempo de colegio es una actividad que requiere atención completa de los dos padres.

Las tardes son un poco mas relajadas y como en Hong Kong son siete (bueno ahora seis) horas menos que en España, aprovechamos para hablar con la familia. Todos están, por supuesto, en sus casas confinados, y cada uno con sus historias y problemas. Así que las videollamadas son una forma estupenda de contar nuestro día y alegrarles el suyo. Compartimos juegos, cenas, baños y hasta de vez en cuando una caña o un vino. Creo que nunca en la vida hablamos tanto con nuestros padres y hermanos como en estas semanas!

Tratamos de hacer juegos y actividades con ellos también. Acostumbrados a una vida llena de prisas entre colegios, extra escolares, cenas y deberes, no es sencillo encontrar cosas en las que podamos involucrar a los dos y que ambos se sientan partícipes y no se aburran. La lista es interminable, desde cocinar juntos (el otro día rebozamos croquetas y fue muy divertido) hasta hacer pulseras para medio mundo, pasando por puzzles, juegos de mesa, ma y un sinfín de cosas mas.

Y los juguetes. Si para algo está sirviendo este periodo de confinamiento es para sentir que por fin los montones de juguetes que todos tenemos en nuestras casas y que nunca se tocan se empiezan a amortizar. Se sacan los bloques y los Lego de hace años, los playmobiles tienen una segunda juventud, los dinosaurios vuelven a campar a sus anchas por el salón... Es el argumento perfecto para una nueva peli de Toy Story!

Intentamos, y he de decir que lo conseguimos, reducir el tiempo de teléfonos, iPads, y consolas al máximo posible. Un rato después de comer y un poco mas por la noche entre la cena y la cama. Es verdad que eso supone un esfuerzo extra porque todo eso requiere nuestra participación activa y no siempre es posible. María es freelance y Nora tiene lactancia materna exclusiva. Trabajar así desde casa con los peques alrededor es una tarea muy difícil, y es muy tentador enchufarlos a una pantallita, pero tratamos de organizarnos.
A veces claro que sucumbimos y ven la tele un poco mas de lo deseado, pero bueno, quien no en estos días. Y otras, hacemos uso del dicho ese de "si no puedes con el enemigo, únete a él"; Compramos el Mario Party y echamos unas buenas partidas de vez en cuando a la Nintendo Switch. Es genial, porque se puede jugar en familia y muchos de los mini juegos que tiene son de pensar, de habilidad o con cierto componente físico. Y lo mas importante, es muy divertido!

Y sin darse cuenta llega la hora de ir para cama. También en eso tratamos de mantener la rutina, y nunca acostarlos mas tarde de las diez. Por ellos, que da igual a la hora que se acuesten van a madrugar de todos modos, y por nosotros, que llegamos ya con la batería fundida.

En ese momento, con la casa en calma y en silencio tomamos conciencia de lo frenético que es el día. Nos tiramos en el sofá, ponemos una serie, nos relajamos y nos damos cuenta de que no ha habido un minuto de respiro. Los días pueden pasar despacio, pero las horas vuelan. Nunca llega el día para hacer todo lo que queremos, sobre todo nosotros, los padres. Vamos dejando de lado nuestros propios proyectos e intereses porque requieren concentración, tranquilidad y soledad y no tenemos nada de eso. La sensación de tener la casa vacía para ti, ordenada, limpia y tranquila es algo que, no nos engañemos, todos echamos de menos.

Tenemos nuestros malos momentos, en los que te dan ganas de abrir la ventana y gritar con todas tus fuerzazs, nuestras peleas y nuestras discusiones, faltaría mas, pero al final de todo esto vamos a recordar todo lo bueno que este tiempo nos está dando. Porque, ya que tenemos que estar así a narices, vamos a aprovecharlo. A conocernos mas y conocer mas a nuestros hijos, a perder el tiempo por las mañanas, a hacer batallas de cosquillas y montones de palomitas. A disfrutar los que tenemos la suerte de estar en familia, de la bendita locura que es tener la casa llena de vocecitas agudas y pisadas diminutas.
















Vuelta al cole

Todo pasa y todo llega. Nunca esta frase tuvo tanto sentido como ahora. En España estáis todos ya en la última fase d...