Dice Google que
Staycation es un periodo vacacional en el que una persona o familia se queda en casa y realiza actividades de ocio. Todos nos estamos enfrentando a una misma situación, así que vamos a intentar verlo desde un punto de vista diferente. Ninguno de nosotros elegiría su casa como lugar de vacaciones, pero este es el momento de demostrar que no se está tan mal en casa.
Por supuesto, hay casos y casos, y cada uno tiene sus problemas y sus dificultades. Algunos tienen que lidiar con la soledad, con la incomunicación o con la claustrofobia. El nuestro no es tampoco el caso idílico; se trata de estar en un piso con dos niños pequeños y un bebé lactante. Creo que hay poco mas que añadir.
Nosotros no tenemos la obligación de estar en cuarentena, pero por responsabilidad y compromiso con nuestro entorno, decidimos que al menos los catorce días siguientes a su llegada a Hong Kong los pasaríamos en casa. Como ya os había contado, mi club me recomendó estar una semana apartado, y me mandaron hacer el test (el resultado fue negativo) antes de poder volver a los entrenamientos. El fútbol es un deporte de contacto y el contagio es muy fácil, así que no me pareció mal. Cualquier precaución es poca. Además la idea de pasar con ellos dos semanas, echar una mano durante el jet lag y recuperar el tiempo perdido en estos dos últimos meses me parecía un plan perfecto.
Plan perfecto. Sí. Pero dos semanas cinco personas en un piso de menos de 70 metros cuadrados. Un plan perfecto es una semana en las Maldivas. No nos engañemos, esto es un suicidio. Todos tenemos muchos planes, muy buenas intenciones y las cosas muy claras. Pisos de Instagram y niños de revista que no se acercan a la realidad de la mayoría de personas en el mundo real. A la nuestra tampoco.
Aún así, vamos a compartir con vosotros lo que han sido estas dos últimas semanas en las que solo yo he salido de vez en cuando, a comprar comida y poco mas. Todos y cada uno de los que nos leéis, y sabemos que sois muchos y desde distintas partes del mundo (GRACIAS) estáis pasando por lo mismo. No pretendemos dar lecciones sino aportar opciones, y ojalá vosotros nos deis ideas para seguir haciendo los días atractivos, porque da la sensación de que a todos nos quedan muchas semanas con los peques en casa y cualquier ayuda es poca.
Lo que tuvimos claro desde el primer día fue que teníamos que organizarnos, planear los días de manera que los niños supieran mas o menos, aunque no fuese de una manera rígida, lo que iba a pasar. Y ayuda. Este es mas o menos nuestro día a día:
No hay que poner despertador, porque desgraciadamente dormir no está entre sus aficiones. Haya colegio o no, festivos o fines de semana, nunca les dan las 8 de la mañana en la cama. Nora tiene su propio horario nocturno pero le gusta dormir por la mañana, así que normalmente los chicos desayunamos primero mientras a ellas recuperan un poco el sueño.
Después normalmente es el tiempo de hacer ejercicio. A ellos les encanta hacer yoga y lo hacemos con
videos que hay en Youtube kids. Es una forma estupenda de iniciarlos en el mundo del yoga de una forma entretenida. Roque es peque aun, pero Iago se mete completamente en el papel y le ayuda mucho a relajarse y concentrarse. Mientras, nosotros hacemos nuestro propio programa. Es muy necesario siempre, pero especialmente en estos momentos hacer ejercicio, liberar adrenalina y sentirte bien contigo mismo. Ademas, tarde o temprano, a nuestros músculos les pediremos ayuda para algo mas que ir de la cama al sofá, y hay que prepararlos.
Si hace bueno, subimos a la terraza. A veces, las mas, para jugar. Fútbol, bádminton, la pilla, ping pong... Otras, simplemente para tomar el café al sol y sentirte libre. Es nuestra tabla de salvación. No quiero ni imaginar como estáis muchos de vosotros, con niños en pisos sin espacios al aire libre. Ellos son los que menos entienden todo esto y los que mas necesitan el aire. Jugar, saltar, correr... todo eso que es tan normal y que ahora vemos como una quimera. En ese sentido, a nosotros nos están dando una lección Iago y Roque, porque acatan todo bastante bien. Como si todo lo que tuvieron que pasar en el viaje para venir aquí les hubiese preparado para lo que venía. Como si, después del miedo y la incertidumbre de aquellos días, diesen por bueno esto con tal de estar todos juntos.
También hay tiempo para el colegio por las mañanas. Tras un par de días en los que hubo conflicto con el tema deberes, a los que se les asocia una connotación negativa, decidimos que este tiempo no era el de deberes sino el del cole. De momento no les ponemos los uniformes, pero todo se andará jaja. Aquí los colegios tienen cierta estructura para el e-learning, y casi desde el primer día recibimos contenidos, clases en zoom, Google Classroom, Youtube y otras plataformas que ni sabíamos que existían. El colegio de Roque nos manda horarios de clases y deberes todos los domingos, y yo creo que si los hiciésemos todos cada día sería prácticamente un trabajo a jornada completa!
Iago también tiene mucho contenido en la aplicación de su colegio, pero él es un poco mas autónomo y casi todo lo puede hacer en su iPad. Aun así, no es fácil. Son niños de edades muy diferentes y por lo tanto el tiempo y la intensidad de las tareas no son las mismas. Con Nora siguiendo su propio horario y demandas, el tiempo de colegio es una actividad que requiere atención completa de los dos padres.
Las tardes son un poco mas relajadas y como en Hong Kong son siete (bueno ahora seis) horas menos que en España, aprovechamos para hablar con la familia. Todos están, por supuesto, en sus casas confinados, y cada uno con sus historias y problemas. Así que las videollamadas son una forma estupenda de contar nuestro día y alegrarles el suyo. Compartimos juegos, cenas, baños y hasta de vez en cuando una caña o un vino. Creo que nunca en la vida hablamos tanto con nuestros padres y hermanos como en estas semanas!
Tratamos de hacer juegos y actividades con ellos también. Acostumbrados a una vida llena de prisas entre colegios, extra escolares, cenas y deberes, no es sencillo encontrar cosas en las que podamos involucrar a los dos y que ambos se sientan partícipes y no se aburran. La lista es interminable, desde cocinar juntos (el otro día rebozamos croquetas y fue muy divertido) hasta hacer pulseras para medio mundo, pasando por puzzles, juegos de mesa, ma y un sinfín de cosas mas.
Y los juguetes. Si para algo está sirviendo este periodo de confinamiento es para sentir que por fin los montones de juguetes que todos tenemos en nuestras casas y que nunca se tocan se empiezan a amortizar. Se sacan los bloques y los Lego de hace años, los playmobiles tienen una segunda juventud, los dinosaurios vuelven a campar a sus anchas por el salón... Es el argumento perfecto para una nueva peli de Toy Story!
Intentamos, y he de decir que lo conseguimos, reducir el tiempo de teléfonos, iPads, y consolas al máximo posible. Un rato después de comer y un poco mas por la noche entre la cena y la cama. Es verdad que eso supone un esfuerzo extra porque todo eso requiere nuestra participación activa y no siempre es posible. María es freelance y Nora tiene lactancia materna exclusiva. Trabajar así desde casa con los peques alrededor es una tarea muy difícil, y es muy tentador enchufarlos a una pantallita, pero tratamos de organizarnos.
A veces claro que sucumbimos y ven la tele un poco mas de lo deseado, pero bueno, quien no en estos días. Y otras, hacemos uso del dicho ese de "si no puedes con el enemigo, únete a él"; Compramos el Mario Party y echamos unas buenas partidas de vez en cuando a la Nintendo Switch. Es genial, porque se puede jugar en familia y muchos de los mini juegos que tiene son de pensar, de habilidad o con cierto componente físico. Y lo mas importante, es muy divertido!
Y sin darse cuenta llega la hora de ir para cama. También en eso tratamos de mantener la rutina, y nunca acostarlos mas tarde de las diez. Por ellos, que da igual a la hora que se acuesten van a madrugar de todos modos, y por nosotros, que llegamos ya con la batería fundida.
En ese momento, con la casa en calma y en silencio tomamos conciencia de lo frenético que es el día. Nos tiramos en el sofá, ponemos una serie, nos relajamos y nos damos cuenta de que no ha habido un minuto de respiro. Los días pueden pasar despacio, pero las horas vuelan. Nunca llega el día para hacer todo lo que queremos, sobre todo nosotros, los padres. Vamos dejando de lado nuestros propios proyectos e intereses porque requieren concentración, tranquilidad y soledad y no tenemos nada de eso. La sensación de tener la casa vacía para ti, ordenada, limpia y tranquila es algo que, no nos engañemos, todos echamos de menos.
Tenemos nuestros malos momentos, en los que te dan ganas de abrir la ventana y gritar con todas tus fuerzazs, nuestras peleas y nuestras discusiones, faltaría mas, pero al final de todo esto vamos a recordar todo lo bueno que este tiempo nos está dando. Porque, ya que tenemos que estar así a narices, vamos a aprovecharlo. A conocernos mas y conocer mas a nuestros hijos, a perder el tiempo por las mañanas, a hacer batallas de cosquillas y montones de palomitas. A disfrutar los que tenemos la suerte de estar en familia, de la bendita locura que es tener la casa llena de vocecitas agudas y pisadas diminutas.