Una vez en el aire, hay que echar mano de mis mejores aliados: Pepa Pig y el Ipad. Iago no entiende una cosa sin la otra, y no se cansa de ver todos los capítulos una y otra vez. Se entretiene mucho y el tiempo pasa mucho mas rapido. También con los folios y las pinturas. Le encanta coger los plastidecor y hacer garabatos en el papel. Aunque de eso se cansa antes, casi siempre antes que yo
Y como no aguanta el pobre todo el rato sentado, también se entretiene arrastrando su coche por debajo de las piernas de todo cuanto pasajero hay. Todo vale con tal de pasar de la mejor manera tantas horas metido dentro de un avión.
Otra cosa que siempre me preocupa es el jet lag, asi que intento que él note lo menos posible el trastorno del cambio de horario. Para ello lo primero que hacemos al subir al avión es cambiar la hora y poner la de destino. Esto hace que cuando, por la hora de Hong Kong le tocarÍa comer, yo le vuelvo a dar el desayuno. Así su organismo ya se va haciendo a la idea de la hora que es y le resulta algo mas sencillo.
He de decir que de Hong Kong a España el cambio lo llevó estupendo, aguantó despierto hasta muy tarde la primera noche y durmió casi todos los días del tirón. A la hora de volver la cosa fue un poco mas complicada, pero todo está ya volviendo a la normalidad. Ahora estaremos tranquilos unos meses, hasta que en mayo toque volver a subirnos a un avión para pasar en España y las vaciones de verano. Esa vez vendrá papá también con nosotros y será algo menos duro, pero aun así, Peppa Pig, la pelota y el coche seguirán siendo nuestros mejores compañeros de viaje.
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