viernes, 6 de marzo de 2020

La rápida llegada de Nora Mei

Han pasado tantas cosas en los últimos meses que no hemos tenido tiempo ni de presentar formalmente a la última en llegar a esta locura que tenemos de familia. Y es justo que dediquemos un ratito a explicar aquí como fue todo, desde la última vez que os contamos como iba el embarazo hasta ahora, cuando Nora tiene ya (Dios, el tiempo vuela) casi tres meses.


              



Sabíamos, intuíamos, que todo iba a ser rápido. Sus hermanos habían nacido en la semana 37 y ella por momentos parecía que ni a esa fecha quería llegar. Todo lo que fuese llegar a esa semana sería un logro, porque llevaba varias semanas con muchas contracciones y repetidas llamadas a la calma y a la vida tranquila por parte de mi ginecóloga. Vivimos en un cuarto sin ascensor y tenemos otros dos niños, así que calma y tranquilidad no son palabras que hayan definido precisamente mi embarazo, que no fue ni tranquilo ni sosegado. Por eso, al cruzar la línea de las 37 semanas pude por fin respirar y relajarme.

 El viernes 6 de Diciembre mi ginecóloga me envió corriendo al hospital porque decía que el parto estaba a punto de empezar, pero no fue así. Iago estaba con nosotros en el médico, así que tuvimos que llamar corriendo a un amigo para que lo viniese a buscar y lo llevara a casa. Al llegar allí comprobaron que no tenia contracciones regulares y me dejaron en observación una noche. Al día siguiente pedí el alta voluntaria y me vine a casita con mis chicos, que es el único sitio dónde quería estar. Fue una falsa alarma, pero me sirvió para conocer un poco mas el hospital y en cierto modo me dio tranquilidad. Dar a luz en un hospital desconocido y en un idioma que no es el tuyo sigue siendo un reto a pesar de haber pasado ya una vez por ello.

A partir de aquel día sabíamos que Nora podía nacer en cualquier momento. Aun así, estábamos los dos súper relajados y calmados. Iago no tanto, porque ya había dicho en su cole que esa semana iba a tener a su hermanita y estaba verdaderamente preocupado con que al final no fuese así. Y con unas ganas terribles de verla, como todos.

El finde pasó con total normalidad. Yo sentía que la niña estaba súper colocada y que cada día mi barriga estaba mas y mas baja. No solo lo sentía, se apreciaba con mucha claridad. La semana empezó también sin novedad, hasta parecía que me encontraba mejor y que la cosa se alargaría. Pero faltaba un elemento fundamental: la luna.

Puede que sean cosas de abuelas, habladurías o invenciones, no lo sé. Pero mis dos hijos anteriores habían nacido en luna llena, y el 11 de diciembre empezaba la última luna llena del año. A pesar de que la fecha de parto estaba para el 29,  en nuestras cábalas, el 12 de diciembre siempre fue una posibilidad. Y no acertamos por unos minutos. Porque Nora Mei, como sus hermanos, eligió una noche de luna llena para nacer y hacernos sentir la familia de 5 mas feliz del mundo.

Ese día, como todos, llevé a Roquete a la guardería y luego me fui a buscar a Dani a su entrenamiento para irnos los dos a comprar un par de cosas que nos faltaban para la Navidad a IKEA. Nos hacía especial ilusión esta Navidad y sólo el hecho de que naciese justo ese día nos preocupaba un poco, mas que nada porque los peques son muy peques y no entenderían que Papa Noel estuviese ocupado en otras cosas esa noche.

Pero allí, en medio de los sofás, los armarios y las luces de navidad, empecé a romper aguas. No fue de golpe, como en las películas, pero era bastante obvio que era eso, aunque es algo que no había experimentado en los embarazos anteriores. Aún así, como era poco, seguimos con nuestros planes.

Comimos y fuimos a buscar a Roque al cole. Allí, mientras esperaba fuera, me di cuenta que la cosa iba a mas. No quería apresurarme porque en HK no puedes pasar esa fase del parto con tu pareja y tampoco quería dejar a los niños solos mucho rato. Pero el estreptococo me había dado positivo e iba a necesitar antibiótico, por lo que no podía esperar mucho. Así que, a eso de las 6 de la tarde, cogimos un taxi, y para el hospital. Esta vez estaba segura de que no saldría de allí sin Nora.

Sin embargo, las matronas pensaban otra cosa. No tenía contracciones regulares, la bolsa no quería romper del todo y su primera intención fue mandarme para casa otra vez. Pero a mí algo me decía que era el día. Para ayudar a que la bolsa se acabase de romper, me puse a subir y bajar escaleras mientras Dani, con la rodilla recién lesionada, me miraba sentado cómo si estuviese loca. Pero funcionó. La matrona me miró y se dio cuenta de que la bolsa sí estaba rota y, casi a la vez, empezaron las contracciones. Eran cerca de las 8.

A partir de ese momento todo fue muy rápido. Las contracciones, que durante un tiempo no fueron ni regulares ni dolorosas, empezaron a subir de intensidad. Con Roque no tuve tiempo de pedir la epidural, y no quería que me pasase lo mismo esta vez. Pero ni de coña. Tras media hora o así de contracciones regulares, me miraron. 4 centímetros. Hora de ir al paritorio.

Me despedí de Dani, que al final sí que había podido estar conmigo todo el rato, para que se fuese a cambiar y vernos en la sala de parto, pero casi no le da ni tiempo a llegar. En el ascensor pasé de 4 a 10 centímetros, y mi cuerpo tenía unas ganas terribles de empujar. En ese momento entendí eso que pasa en la tele, de gente que da a luz en casa, en el taxi o en la calle, y que yo siempre pensé que era pura ficción. No di a luz en el ascensor, pero no por falta de ganas. De la epidural, por supuesto, ni hablamos. No me dio tiempo ni a que me pusieran la ropa del paritario, como para tener tiempo a que la epidural hiciese efecto...

Cuando ya creía que no iba a poder aguantar mas sin empujar, llegó Dani. Solo había tardado diez minutos, pero a mí se me había hecho eterno. Dos pujes y la mitad del cuerpo de Nora Mei estaba fuera. Diez minutos mas y estaba en mis brazos. Eran las 10:25 de la noche y nuestra peque ya estaba con nosotros.

Dani, que no sé ni como se acordó con las prisas, se puso las gafas de súper espía y grabó todo el parto con la cámara que llevan incorporada, y el video corrobora que fue un parto de record. La grabación dura diez minutos. Nora Mei no quería llegar al día 12 y darnos la razón. Fue testaruda desde el momento que nació.






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